En busca de tesoros

Muy cerca de aquí está un pequeño pueblo que se llama Florence.  Además del Firenze italiano, aquí en Estados Unidos se ve que siempre les ha encantado el nombre porque hay Florence en Arizona, Colorado, Carolina del Sur, Alabama, Kentucky y la lista es larga. En la avenida principal de "mi" Florence hay alrededor de 20 tiendas dedicadas a las antigüedades.  Pasé un día recorriéndolas, acompañada de una querida amiga y lo disfrutamos enormemente.  Ella se dedicó a buscar utensilios de cocina hechos de fierro colado. Yo, como si no lo pudieran Ustedes adivinar, busqué textiles.  Lo que más me fascinó fueron los pañuelos de lino irlandés y belga.  Esto es lo que compré ese día y en conjunto el precio fue cualquier cosa.  


Siempre me ha llenado de nostalgia pensar como estas cosas van pasando de mano en mano.  Mucho depende de la ruta que la vida de cada individuo toma. Cuantas personas se deshacen de cosas al mudarse de domicilio, al cambiar de país, por vivir en lugares pequeños. Cuantos se han visto una vez que padres o madres se van, rodeados de utensilios y objetos ajenos totalmente a su manera de pensar.  Una colección de ceniceros? a quien le puede interesar? Qué hacer con ellos?  Y es por eso que este tipo de cosas paran en tiendas como éstas que yo visité.   Al tiempo que traigo estos tesoritos para añadir a mi colección me pongo a pensar: qué tanto colecciona uno durante la vida? quien le asigna ese valor afectivo? como se traspasa ese recuerdo? La toalla de lino de los burritos pudo haber hecho sonreir a alguien y luego cayó en el olvido dentro de una caja que finalmente se puso a la venta.  Yo lo encuentro y al momento que lo extiendo, me hace sonreír y decido que se va conmigo.  Este es el movimiento de los objetos inanimados. 
Ya basta de nostalgias.  Mi compra me ha encantado.  

Pintura en Seda

Del libro de proyectos Zakka